Existe una indecisa vitalidad
que guardo por debajo de la lengua.
Es el resulto de la electricidad encontrado
en el espacio entre los labios de mis antepasados
justo antes de su primer beso.
En este momento es un ruido blanco
y desde la orilla de mi tercer diente un eco
bota del interior de una mejilla hacia la otra.
Los ancianos se rían del sonido que sale
de la boca de este cuerpo que me carga.
Creo que por debajo de mi lengua, existe un regalo
que tal vez, Dios un día me dejará abrir.
Hasta entonces, me tapo el oído
cierro mi ojos y pasará los días buscando
libertad con mi sentido del olfato.