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El poder creador de la música


IMAGEN: REMEDIOS  VARO

 

Todos los que hemos leído el libro “El Silmarillion” del escritor inglés J. R. R. Tolkien no podemos recordar otra historia más poética para la creación del universo: con música. Eru, el padre celestial, dicta a cada uno de los Ainur, sus primeros hijos, un tema musical y a lo largo de los eones de tiempo ellos van comprendiendo poco a poco el sonido propio y el de sus hermanos para finalmente ejecutar entre todos una magnífica armonía. Pero Melkor, quien llevará el rol de ángel rebelde en este cosmos, pronto empieza a tejer las notas al capricho de su propia imaginación.


Alrededor del mundo nos encontramos con muestras de la primera creación artística de la humanidad, siendo muestra sorprendente los grandes murales pintados en las cuevas. Estas expresiones retratan momentos de la vida cotidiana prehistórica, escenas de caza y los viajes espirituales más fantasiosos pero ¿Por qué los primeros humanos creativos eligieron ciertos lugares y otros no? La razón es sencilla: la música. Algunas cavernas poseen características acústicas adecuadas para la buena resonancia de los rituales chamánicos y por ello no todas las cuevas poseen pinturas rupestres.


En su día a día, los hombres descubren mediante actividades como afilar una lanza o talar un árbol, que la música no sólo tiene resonancia, sino también ritmo y que este puede surtir un efecto hipnótico en quien lo ejecuta, así como en quien lo escucha. Y así nace un arte que por milenios se consideró enteramente espiritual, pues al no poder ver ni tocar la música, esta se creyó proveniente de otro mundo más sutil que el nuestro.


Más allá de las religiones, la música ha tenido siempre múltiples poderes como el unir a los pueblos, alegrar o entristecer (o incluso asustar) dependiendo de las necesidades de cada situación. Incuso al emplearla como mero entretenimiento surte un efecto en la mente humana que hoy sigue sorprendiendo a la ciencia. Podemos decir que la medicina acepta a la musicoterapia como tratamiento complementario, pues teje nuestros pensamientos y emociones en determinado orden.


Todos aquellos que hemos tenido un instrumento en mano (o varios de ellos) conocemos este “poder mágico” y es fácil entender por qué en la antigüedad ancestral se nos consideró hechiceros, siervos de Dios en la Edad Media, alquimistas en el Renacimiento. Conforme la tecnología se ha ido apoderando del mundo el enfoque subjetivo de este arte se ha olvidado en gran medida por parte de la población general. Pero yo te exhorto a ti, estimado lector, a que tomes un instrumento en tus propias manos y si no te es posible entonces abre tus oídos y aprecia la buena música, desde la antigua y folclórica hasta el buen rock de las décadas pasadas y verás cómo la música puede modelar, reconstruir o propulsar tu propio mundo.



BIBLIOGRAFÍA:

  • TOLKIEN, J. R. R. “El Silmarillion”. Primera edición de bolsillo 1993, reimpresión 2004. Editorial Monotauro.

  • WILLIS, Jim. “Music, Math, Megaliths and the Dawn of the Humanity”. Publicado el 18 de junio de 2018 en ancient-origins.net

  • Imagen: VARO, Remedios “Armonía” Óleo, 1956. Hoy paradero desconocido.


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