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“Petrita”, por Josefina Vicens: La muerte, ¡cuánta vida tiene!


Imagen: El fanzine

 

En esta ocasión, tuve el placer de realizar la crítica de un cuento largo: Petrita, por Josefina Vicens. Esta escritora, periodista y feminista mexicana de corazón y hueso colorado, consolidó su estilo de escritura a partir de la década de los cincuentas en la Ciudad de México, donde algunas generaciones atrás de expresidentes, dejan esta ciudad como el centro de la modernidad del país y punto de reunión para artistas e intelectuales.


Con un ambiente gótico, en una extensión de no más de diez hojas, el lector se sumerge a un mundo ausente de calor, donde el tiempo es universal, ya que en la muerte no existen esas cosas. ¿Los muertos viven? Fue la duda que me surgió al terminar de leer la última pregunta del cuento.


Llega un cuadro pintado de una niña muerta a la casa de la protagonista del cuento, dejado por un amigo. “Un cuadro lo dice todo de inmediato o no dice nada nunca” y en esta ocasión, ella, al mirarlo, comienza una serie de reflexiones sobre la pintura, el pintor y realiza un análisis profundo sobre arte, la muerte. Contempla la obra, la hace suya. Y el pintor pierde esa obra, pero le da sentido al artista.

Comenta que “la cercanía física del pintor resulta angustiosa. También la del ilusionista”. ¿Comparar un pintor con un ilusionista? Quizá porque los dos hacen magia con sus manos, transforman, inventan para crear. Las artes crean belleza mediante la inteligencia con la combinación de un poco de esfuerzo y mucha espontaneidad para crear.


Durante la historia, describe perfectamente el complemento que tiene la vida y la muerte. Da mucha noción de lo que son las crisis sobre la muerte, la paranoia de morir y el constante diálogo que tenemos con ella.


En el fondo de todo esto, es la niña lo que le duele. “Una niña cortada, arrancada, cosechada prematuramente”. Pero la niña en el cuadro “cuánta vida tenía”. La niña es la flor de la vida que fue arrancada y hecha morir. Los muertos viven mientras los recordamos, eso lo hemos escuchado tradicionalmente en todos los lugares de México, pero aquí la protagonista, nos lanza una última pregunta para dejar vivir a los muertos, ¿Qué es mejor para ellos, la prisión del recuerdo o el generoso olvido?

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