¡Ay! el tormento arraigado en el linaje,
el grito desgarrador de la muerte,
el golpe que rasga la vena,
la sangre que nadie restaña, la pena,
la maldición insoportable.
Pero hay un remedio en esta casa,
no fuere de ella, no,
no venido de otros, sino de ellos mismo
en su pugna sangrienta. A vosotros clamamos,
oscuros dioses que habitáis bajo la tierra.
Escuchad con atención, dichosos poderes subterráneos,
responded, enviad ayuda.
amparad a estos muchachos, concededles la victoria ya.