Esperando a Godot es una obra dramática, con un humor inocentemente cruel, dividida en dos actos con una acción circular tan simple como traumática: en el primer acto, dos vagabundos, Vladimir y Estragón, esperan al lado de un árbol a Godot entre monólogos de conversación, diálogos desgarradores, discusiones, aburrimiento, cansancio, soledad compartida, desesperación, indiferencia, violencia, las visitas de Pozzo, un hombre cruel pero lírico y su esclavo Lucky a quien controla por medio de una cuerda, y la de un muchacho que les anuncia los plantones de Godot. En el segundo acto las acciones se repiten, pero cuando Pozzo y Lucky vuelven a llegar, Pozzo se ha vuelto ciego y Lucky se ha quedado mudo. Al final de la obra siguen esperando entre la alternativa de un Godot que nunca llega y la posibilidad un suicidio que nunca se consuma, pero tampoco se descarta.
Los personajes, frágiles y poco definidos, manejados por un destino que les excede, viven una espera tan trágica que da risa, presos de una existencia monótona, perenne, en la que el cuerpo y el movimiento pueden llegar a expresar más que los diálogos truncados, incoherentes, ilógicos, sin sentido aparente. El propio Beckett calificó la obra de “horriblemente cómica”. La mínima acción de los personajes incrementa las sensaciones de angustia y tedio de una existencia humana absurda.
Estragón: No hagamos nada. Es lo más prudente.
Vladimir: Esperemos a ver qué nos dice.
Estragón: ¿Quién?
Vladimir: Godot.
Estragón: Claro.
Vladimir: Esperemos hasta estar seguros.
El lenguaje no es complicado, lo difícil es tratar de entender el sentido de la conversación entre los personajes, lo que puede llegar a desesperar al lector, que es precisamente el propósito del autor. Son los mismos diálogos y las acotaciones del autor, los que dan cuenta de la narración de la obra.
El título resume perfectamente la acción (o inacción) continua que ocurre a lo largo de toda la obra, los personajes no hacen más que estar esperando. Godot viene de la palabra francesa godillot que significa bota. Se dice que Godot puede hacer referencia a Dios (en inglés: God), sin embargo Beckett siempre lo negó. ¿Entonces quién es Godot?, al leer el título se piensa que dicho cuestionamiento se va a resolver a lo largo de la obra, pero no es así. Godot representa una especie de pretexto, de justificación, un “algo” que resulta imprescindible para actuar, para darle sentido a la existencia, al cual se le atribuye, erróneamente, una responsabilidad, que depende total y únicamente de la persona misma, entonces habrá que cuestionarse profundamente si esa espera pasiva resultará finalmente en la necesaria llegada de Godot.
Vladimir: Nos ahorcaremos mañana. (Pausa). A menos que venga Godot.
Estragón: ¿Y si viene? Vladimir: Nos habremos salvado.
Esperando a Godot es una de las obras más rupturistas del teatro del siglo XX, considerada como una de las obras fundamentales del llamado teatro del absurdo. Y es a través del absurdo, que Beckett aborda temas como la fugacidad de la vida, la temporalidad, la soledad, la indiferencia, la duda, el sin sentido, la libertad, el vacío, el suicidio.
La obra es realista en el sentido que funge como espejo de la trama de la vida. Provoca sentimientos encontrados como piedad y terror, que obligan a reflexionar acerca del sentido que se le da a la propia existencia.
Exaspera, aterra, quizá por la inutilidad, ingenuidad o indiferencia de los personajes, la inactividad, la espera infinita, el diálogo inerte, la repetición, el tiempo que no pasa, un tal Godot que nunca llega. La obra suscita sentimientos de desesperación, vacío, quizá de vértigo, que no son más que una mera proyección que conduce ineludiblemente a una profunda introspección.
Sin duda, no sólo es una obra que merece ser leída, sino que uno merece leerla, ya que es una lectura que compromete, deja cierta sensación de incomodidad que da pie a un pensamiento profundo, y como dice Beckett: “Cuando el pensamiento está en alguna parte, todo está permitido”.
Incita a reflexionar desde una perspectiva irónica pero franca, que provoca risa, de uno mismo, de lo absurdo que se puede llegar a ser, a vivir, y bien lo dijo este gran autor: “La risa es la cortesía de la desesperación”. Su aparente sencillez, que es lo que la hace compleja, penetra con profundidad el alma humana ya que el lector se identifica con una serie de sentimientos y estados de ánimo que son compartidos por el género humano. Definitivamente, creo yo, es una obra que trasciende, sacude, cuestiona, concientiza. La vida es una obra de teatro y está en uno mismo la decisión de ser protagonista o espectador.
“Hay que darle un sentido a la vida, por el hecho mismo de que la vida carece de sentido” Henry Miller
Estragón: Vámonos. Vladimir: No podemos.
Estragón: ¿Por qué? Vladimir:
Esperamos a Godot.
Estragón: Es cierto.