En ocasiones vemos muy lejana aquella guerra de la que todo mundo habla y temen recordar. A veces tan distante. Una época oscura. Pero quizá fue la generación de nuestros abuelos, y fueron afectados teniendo que migrar para contar lo que este libro narra.
Los últimos testigos es una recopilación de voces de infantes, con una niñez totalmente hurtada. Una generación sin juguetes; los añoraban tanto, que de grandes seguían teniendo ese vacío de no haber vivido lo suficiente como niños. Una guerra en donde los padres morían, los hombres desaparecían, los soldados eran fusilados, los guerrilleros ahorcados... ¿Cuál fue ese monstruo callado del que nadie habla? Ciudades de puras mujeres. Ellas se quedaban: tenían prohibido morirse. Y así, salvaron cantidades de niños; sus propios hijos, vecinos y quien se encontrarán en las calles, tirados. ¿Sino, con quien se quedaban aquellos huérfanos?
Esta obra maestra, nobel de literatura en el 2017, hace revivir los momentos que como niños tuvieron que soportar aquellos inocentes. Una generación que no entendía lo que pasaba. Terminando por acostumbrarse en escuchar la palabra guerra, a bajar al sótano para escuchar explosiones, usados para extraerles sangre y dársela a los enemigos. ¡Los soldados luchando tenían propiedad de aquellos indefensos! Unos infantes con el sello de un carácter seco, no sabían perdonar. ¿Cómo se puede ser cariñoso, si de pequeños crecieron sin madre?
Los invito a leer y pasar la mirada por hojas que parecen mera fantasía. Y que al pasar por ellas desearás que lo fueran. Tristemente fueron verdad. Hoy perciben la necesidad de narrar lo que sintieron al instante de que, a partir de entonces, son las últimas personas. Estos testigos se encuentran en una línea, en una frontera, de ser los últimos. Su tiempo se acaba y fue hora de departir: tuvieron que hablar. Porque estas palabras, serán las últimas.