El siglo XX fue para la historia un siniestro período marcado por la sangre y duelos frente a totalitarismos fervientes. Zweig guardó intacto el recuerdo del génesis hacia el caos, al enterarse del asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, comenzado así el duro éxodo final de un milenio. El autor de Novela de ajedrez se volverá un apologista del hombre, denunciado la injusticia desde los márgenes de su escritura. A lo largo de su obra, es diáfana su esperanza sobre un mundo mejor. Aunque no es posible juzgar la intención, a simple vista su trágico suicidio permite vislumbrar la pérdida de la magna virtud.
El candelabro enterrado es una fina muestra de esa virtud. Desconozco si era asiduo de la práctica religiosa, pero leyendo sus páginas es clara su formación doctrinal mediante una delicada escritura de sabiduría espiritual; es la narración del interminable caminar judío a causa de la pérdida de un símbolo de unidad. Las voces del rabino Eleazar y más tarde, las del destinado a sufrir “Benjamín”, evidencian una espiritualidad bien encajada en los menesteres divinos. Siguiendo los pasos de sus personajes, es posible consolar al convaleciente. Sería bueno desaparecer los infames libros de autoayuda, y meditar los diálogos entre el rabino y Benjamín.
Por último. Todos los hombres estamos destinados a conquistar cimas altas. El candelabro enterrado, ilustra el sentido de la vocación. Un hombre buscando el querer divino, sabe reconocer la voz de la Sabiduría y por consiguiente, inclinarse ante ella, a pesar de no comprenderla. El lector tendrá una bella historia con un mensaje devastador para el hombre contemporáneo; pues denuncia la puesta de la esperanza en cuestiones efímeras. Quisiera despedirme transcribiendo un diálogo. Esperanzado me encuentro de animarte a leer. Hasta pronto:
“Luego de encontrar al gemebundo niño, el rabino Eleazar dirigió unas palabras: No luches contra el dolor, sino acógelo dentro de ti. También este dolor es una herencia. Pues sólo en el dolor revive nuestro pueblo, sólo de la penuria saca su fuerza creadora”