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Música para algo…


 

En gustos se rompen géneros. Y es verdad. Cada persona es un universo singular y original; y en cuanto a gustos musicales, la diversidad es inagotable. Todos y cada uno defendemos a capa y espada nuestro gusto musical como el mejor o el más refinado… y en realidad, todos tenemos algo de razón.

Cada género musical cumple una función en nuestras vidas; viéndome utilitarista, nos sirve para algo. Dependiendo de las actividades ordinarias, elegimos el rap para hacer protesta; la banda para encender la pista de baile; al momento de hacer deporte, electrónica; el rock de los ochentas y noventas, al manejar en carretera; el pop, resulta indispensable en las boutiques de ropa; y así podemos seguir. Sin embargo, hemos olvidado un punto crucial; por antonomasia, existe un género, hecho para el disfrute y el ejercicio contemplativo. Música para ser escuchada. Suena bobo, pero es verdad.

La música culta, clásica, gracias a su portentosa riqueza y majestuosa expresividad, ha sido creada con una sola razón de ser, ser escuchada. Remozada de finos detalles, engalanada con matices y su pluralidad de sonidos, tonos y timbres; no es posible agotarlos con escucharla una sola vez. Es un ejercicio de vida. De hecho, se le denomina “clásica” por el simple hecho de seguir sorprendiendo a la humanidad y dando de qué hablar, sin importar el transcurrir de los años.

Con lo anterior no quiero minusvalorar a la música popular, sino todo lo contrario. Es más, agradecemos su existencia, pues todos hemos experimentado la satisfacción interior proporcionada por la melodía, el ritmo y unas cuantas letras pegajosas.

La complejidad de la música clásica no la hace necesariamente buena; sino cuando se utilizan a la perfección todos y cada uno de los elementos que la conforman. Y la música popular no es mala por ser popular, de hecho, ¿cuántas canciones populares tienen la capacidad de hacernos llorar? ¡Muchas! Estoy seguro.

Sin embargo, hay momentos para todo. El riesgo de una persona, con cualquier clase preferencias musicales, estriba en limitarse a un solo género. De este modo, se pierde de la experiencia de la gran variedad existente, y más aún, la oportunidad de congeniar con otras personas. Si algo quiero transmitir al lector es la invitación a ensanchar su horizonte, conocer cosas nuevas, pero sobretodo, a darse el espacio y aprender a escuchar. Sea cual sea su música favorita. Por favor intente un día, hacer el ejercicio de escuchar, sentarse en el sofá y solamente, escuchar.

Si usted considera que su género preferido, no merece la pena dedicar un rato de su tarde exclusivamente a escucharlo, quizá no sea música para eso. Intente por una vez. Arriésguese a escuchar la música clásica, y descubra el gran tesoro que hay en ella.


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