Leyendo el libro de Salvador Elizondo sobre Luchino Visconti, supe de la relación existente entre su película Le notti bianche y la novela homónima de Dostoievski. Sin más, me parecía haber visto el libro en uno de los libreros de mi casa y emprendí su búsqueda. Estaba en lo cierto. Encontré la novela en una edición muy elemental, pero suficiente.
Tardé una tercia de días para leerla, a pesar de su breve extensión, y no pude más que recordar a mi buen amigo Marcelo García, cuando me confesó su nula afición por la literatura rusa, pues no me gusta llorar sangre. En fin, ése Marcelo es un loquillo. Estoy seguro que leerás esto Marcelo, aprovecho el foro para enviarte un caluroso abrazo.
Sabemos bien la centralidad de la obra de Dostoievski, la purificación a través del dolor. Una tesis profunda, humana, y por supuesto, cristiana. La heroica y oportunista intervención del protagonista, al inicio, da pie al desarrollo de la historia. La dulzura por delante, así como Tolstói en La vida conyugal, novela impactante sobre la relación marido-mujer. Dos elementos importantísimos destacan de los demás, para la comprensión del mensaje. En primer lugar, Dostoievski retrata el eterno drama del hombre perdidamente enamorado de la mujer y ésta que solo lo considera su amigo. Dirían mis alumnos, la apabullante friendzone. A lo largo de interminables monólogos, los dos protagonistas, vierten las aguas de su propio corazón a modo de catarsis. Obviamente el resultado viene a ser una profunda introspección, de la afectividad humana. Interesante, para los interesados en la antropología filosófica.
El segundo y último elemento a destacar, es la confusísima capacidad que tenemos los seres humanos para actuar en contra de nuestras propias palabras, y peor aún, de nuestros propios principios. Nomás acabamos de pedir perdón y ya estamos pecando, nuevamente. La naturaleza herida, es omnipresente en la obra de Dostoievski. Para quienes buscan encontrar relación entre antropología, literatura y teología; Fiodor viene a ser una gran guía.
Si el lector pretende leer una obra de gran calibre, alejarse de lo frívolo, reflexionar acerca del dolor y el amor; Noches blancas es ampliamente recomendable. En cambio, si busca descanso y desconexión, no se la recomiendo.