Inger Enkviest es una pedagoga y crítica literaria de origen sueco. Cuando empecé a trabajar como profesor, leí su libro “Repensar la educación” no recuerdo casi nada. Sólo sé que aquella lectura me aclaró ciertas dudas y terminó gustándome mucho. Durante el último semestre de la carrera, cursé la materia de Derecho Bancario; a mitad de semana y con tres horas de duración, era fácil preferir hacer otras cosas. Durante esa longeva clase, he de confesar arrepentido, leí unos cuantos libros, entre ellos el de Enkviest.
Todo lo anterior, sirve de preámbulo para contar lo que me sucedió la semana pasada. Gracias a una recomendación de Pablo Boullosa, comencé a leer La buena y la mala educación de Inger Enkviest. En el colegio donde trabajo, los alumnos tienen diez minutos al día para ponerse a leer. Ha sido buena experiencia. En cuanto el timbre indica la hora de lectura, todos incluyendo al profesor sacan su libro. Yo me encontraba en estas, cuando del portafolio saqué La buena y la mala educación. Como es de esperarse, los alumnos me miraron con extrañeza y confusión. Curiosamente ése día les había pedido a los chicos un trabajo pesado en el que debía leer, encontrar y transcribir conceptos. Cuando me puse a leer mi libro, de pronto escuché la voz desesperada e imperativa de uno de mis alumnos:
A ver ¡ya! ¡Deja de leer esa cosa! Porque nomás se te van ocurriendo ideas y luego nos traes en friega a nosotros.
Me di cuenta que estaba frente a un populista en potencia.
