Cada época tiene su dosis de acidez. Solemos calificar los tiempos vividos como aciagos; y lamentablemente, a lo largo de unos años, he conocido personas cuya esperanza les ha sido robada, o sencillamente ante un momento amargo, termina por desvanecerse de su vida. El panorama variopinto y alegre, por alguna razón, se nubla desencadenando una estrepitosa tormenta.
Cuando el mundo gira enamorado es un antídoto para la desesperanza. Novela breve, de escritura y estructura sencillas resulta amable y vigorosa. Es la biografía novelada de Víktor Frankl. Rafael de los Ríos emprendió la no fácil labor de reconstrucción de los apuntes biográficos del psiquiatra vienés, y escribir así, una biografía espléndida. Dejando a un lado su prosa, un tanto rudimentaria, las reflexiones y los diálogos consiguen una urdimbre de pensamiento humanista; se trata de una respuesta elegante y finísima ante las interrogantes del nihilismo, cuya miserable propuesta jamás conseguirá contestar. Es impresionante cómo en una sociedad, donde unos pocos promueven felonías y caóticas proposiciones, brotan hombres nobles capaces de revertir toda sordidez por medio de afirmaciones gozosas sobre la existencia humana: la vida, bajo la perspectiva del amor. Querámoslo o no, incluyendo al más patán, la mera presencia de un hombre con la cabeza en alto nos cautiva. Incluso, la nostalgia se hace presente anhelando el bien que alguna vez anhelamos.
En estos tiempos aciagos, donde los abanderados de la muerte y el odio, el erotismo barato pululan por doquier debilitando el espíritu humano; aparecen mujeres y hombres dispuestos a brindar calor a quienes fijaron su residencia en el frío y desolador invierno existencial. La literatura cumple su cometido, a veces sin importar la forma, cuando se cuela en lo profundo del hombre. Quienes lo hemos experimentado, podemos afirmarlo, vale más la pena vivir cuando el mundo gira enamorado.