Oscar Wilde, describe la calidad de vida de la burguesía británica. Alguna influencia habrá, pues mientras leía El crimen de lord Arthur Saville, vi algunos capítulos de la embriagadora serie sobre la corona inglesa; cuya labor escénica contagió a los personajes de Wilde en mi cabeza. Nos guste o no, partidarios somos del brittish style.
El Crimen de Lord Arthur Saville expone los matices de la ética kantiana. Exhibe a lo largo de sus páginas, a un insigne lord inglés, conducido por categorías de pensamiento depredadoras, intervienen en su actuar despojándolo de toda razón y juicio crítico. El brittish man dejará cualquier compromiso interferente con el cumplimiento del deber. Posiblemente Kant tenía buenas intenciones al establecer una ética libre de intereses, sin embargo su pensamiento se ha visto alterado. Tal es el caso de Javert en Los Miserables y en Lord Arthur. A grandes rasgos, Óscar Wilde, propone una ilustración viable sobre el imperativo categórico propuesto por el filósofo regiomontano.
La originalidad de quienes participan en el desarrollo de la historia es grandilocuente. Conocemos a Wilde, sabe cómo presentar a sus intérpretes. La exquisita sutileza, clara y breve, de la descripción femenina proveniente de su pluma es notable, dándoles forma auténtica. Pues bien. Nada más.
