top of page

El vacío de imaginación


Imagen: UNSPLASH

 

Desconozco cuán perdida estaba la juventud en tiempos de Sócrates, pues su apabullante descripción de la mal lograda chiquillada de aquella época, aplica para todas las generaciones posteriores y venideras. Hace poco me sentí identificado con ella.


Mientras leía las historias escritas por mis alumnos acerca de un mentiroso, una aguda decepción brotó en mi interior. La gran mayoría de los trabajos guardaban patrones de semejanza, no por haberse copiado, yo mismo estuve mediando el trabajo de los párvulos; más bien el sentimiento va por el lado de toparme ante unos muchachos carentes de toda capacidad de imaginación. Si Schopenhauer hubiese estado en ese salón, seguro habría escrito algún tratado aún más deprimente. Faltas ortográficas por allí y por acá; si la sintaxis existía en aquellos papeles, claramente estaba distorsionada por la pereza disléxica; los contextos más sin sentido y los lugares más frívolos estaban todos presentes en esos amargos textos. Empiezo a ponerme radical.


Cuando era niño, mis cuates Ricardo y Paco junto con Alicia mi hermana, apurábamos el paso de las tareas vespertinas, para salir cuanto más pronto a disfrutar del jardín de la casa y así dejarnos entretener por la hermosísima musa Imaginación. El césped se volvía arena y otras veces pisábamos la extraña textura del suelo extraterrestre. Exhaustivas veces huimos del hocico de algún tiranosaurio hambriento, salvamos muchas vidas de soldados en la Guerra, ideamos un plan para terminar con Hitler, la trinchera valió de refugio ante las asechanzas del enemigo, fuimos magnates y también indigentes, conquistamos el Everest y el Picacho; y así entre aeroplanos y motines de barcos, forjamos el hierro de nuestra amistad.


Antes de la era digital, los niños jugábamos al aire libre. Nuestro mundo trascendía más allá de una pantalla. En aquellos años la humanidad leyó a grandes escritores. Juglares de la escritura entretuvieron a innumerables lectores de diversas épocas transportándonos a los universos más remotos por medio de letras y una que otra pluma. Lograron asombrar al corazón humano con una historia bien contada.


Ahora sólo debes eliminar la mayor cantidad de dulces utilizando una pantalla. La totalidad del cuerpo, suplantada por dedo índice. Basta pinchar millones de veces un triste cristal tangible. Te pido disculpas querido lector, por desahogarme contigo. Me preocupan las consecuencias vastas de este vacío de imaginación. En especial su tremenda afección a la literatura y a la vida misma.


ARTÍCULOS RECIENTES 

bottom of page