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Día de las madres


Imagen: PEXELS
 

Desde la nalgada al recién nacido, el doctor se encarga de brindar un golpecillo de realidad. Todos lo sabemos, la vida no siempre resulta fácil. Existen un sinfín de angustias por las cuales es preciso pasar a lo largo y ancho del andar terreno; exámenes finales, entrevistas de trabajo, cierres contables, caídas en picada de la bolsa, crisis económicas, etc. Más complejas son aquellas malas pasadas provocadas por alguien a quien queremos, el marido desempleado, el profesor ensañado con el hijo, la hija pequeña cuyo paradero es desconocido, en fin. Sí, la vida no es fácil. Con frecuencia ponemos la diéresis en lo arduo y lo negativo. Dotamos de importancia a situaciones nimias cuya naturaleza consiguen enfadarnos más de lo que ya estamos. A pesar de los pesares, también lo sabemos, la vida es hermosa. Siempre y cuando aprendamos a vivirla. Y sobre todo, se requiere un matiz contemplativo para saber encontrar las dulzuras del mundo, las cuales se encuentran en las personas.


La semana pasada mi amigo Miguel Sáiz, me hizo percatar de una situación conmovedora. Nos encontrábamos en la misa del día de las madres del colegio en el que trabajo. El sacerdote leía las oraciones finales. Esta vez tuvieron cierta amplitud. Miguel estaba junto a mí y acercándose me dijo: ¿has visto al morrito que le traduce a su mamá? Con la mirada señaló la dirección del momento. Sentada y de espaldas estaba una señora cubriéndose del sol con la palma de su mano. Miraba hacia abajo con suma atención. Junto a ella estaba su hijo, el motivo de su vista inclinada. El niño hacía movimientos curiosos con las manos. La señora no puede oír. Nuestro alumno concentrado en cada una de las palabras era capaz de transformarlas en señas al unísono. Me quedé conmovido y contemplando. Al final, cuando ya no era necesario traducir, la señora acarició la mejilla de su hijo. Delicadamente y mediante un movimiento trazado por el amor. Insisto, conmovido es poco. Mientras observaba la escena, Miguel añadió: cuando pienses que en el mundo no hay nada positivo, nada salvable, recuerda el cuadro que acabamos de ver.

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