En ensayos anteriores he develado, sin pudor alguno, mis inclinaciones mahlerianas. Si bien Gustav Mahler es el compositor al cual he dedicado mayores esfuerzos, la historia de la música ofrece una palestra vastísima y prominente. Indagar en la obra de otros compositores permite enriquecer el espíritu, por esa razón, craso error será cerrarse a un solo sinfonista.
En mi último onomástico celebré mi vigésimo noveno aniversario en la Tierra. Semanas después pude visitar a mi madre, pues vivimos en ciudades distintas, y antes de partir me preguntó qué me gustaría de regalo de cumpleaños. No conseguí hacerme del rogar. Le pedí un libro. Rápidamente accedí a Amazon, y luego de teclear “Haydn Turner” el siguiente paso fue “Comprar en un clic” y encender la Kindle. Cuestión de un minuto. Una vez más, gracias mamá.
Haydn guarda mayor semejanza con Mendelssohn que con Mahler o Shostakovich; la razón estriba en las circunstancias de su época. Cierta paz y un ambiente bohemio lo arroparon. Al leer la biografía, resultó imposible no recordar los apuntes autobiográficos de Stefan Zweig anteriores al suceso detonante de la Gran Guerra. Una Viena apasionada por el arte, la música y las letras. Es curioso que su música sea sumamente empática. Tanto Harold Schoenberg en “Los Grandes Compositores” y William Furtwängler en “Conversaciones sobre música” coinciden al definir el público al cual iba destinado la música de Haydn. Se trataba de un público, superficial en demasía. El propósito de su música era entretener, más que incitar al intelecto a esforzarse e interiorizar. Melodías amabilísimas, de fácil acceso e inclusive bromistas en ciertos momentos. A Haydn no parecía importarle demasiado escribir para un público superficial, además sabemos de la gran conexión existente entre él y sus oyentes.
Resulta interesante, imprimiendo un carácter fidedigno, la relación entre el autor de los apuntes biográficos y el compositor. De Georg August Griesinger sabemos poco. La voz relacionada con él en Wikipedia brinda algunos datos relevantes y generales. Melómano y letrado, Griesinger consigue matizar la obra de Haydn, sobre todo en pasajes de corte más descriptivo en torno a su vida social y la relación con sus patrones. Sin embargo escuchar una sinfonía de Haydn, o de cualquier compositor, sin conocer los rasgos de su vida contribuirá a una oquedad asfixiante. La música y la vida del autor están correlacionadas. Lo agradable de la vida de Haydn se aprecia en sus sinfonías, cualquiera de sus cuartetos o su música religiosa.
Los apuntes biográficos de Joseph Haydn permiten adentrarse más a la obra del compositor desde una perspectiva de mayor valía, su vida propia. He aquí un recurso más para salir de la nefanda y pútrida frivolidad. Ésa enfermedad del alma, que incapacita al hombre de ir más allá, profundizando para encontrarse con la Belleza misma. En lugar de quedarse con la belleza aparente.