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Un piano olvidado


Imagen: Reino de Cordelia

 

Para quienes ejercemos el nobilísimo oficio de críticos literarios, el indagar en otras literaturas descubriendo portentosos tesoros para luego develarlas al lector, resulta un placentero deber. Hace tiempo la empresa resultaba más compleja, hoy en día el internet se ha vuelto aliado de todos para bien y para mal; desde profesores en busca de material didáctico hasta el tráfico de armas, pasando por el lamentable erotómano. Gracias a una exploración a fondo, en los lares de la red, pude dar con “Gustav Mahler: un piano olvidado” escrito por la argentina Norma Sturniolo. Inmediatamente informé a un gran amigo “malheriano”, Samuel Romo, y milésimas de segundos después ya había hecho la compra. Lo leyó en una sentada. Al día siguiente tuvo el detalle de prestármelo con la condición de devolvérselo. Cosa que haré el día de mañana.


La música y la vida de Gustav Mahler encierran un sigiloso misterio. Es curioso, como incluso entre algunos melómanos, la obra del bohemio es vista con cierto resquemor. Existen en cambio otros, pocos más bien, quienes han sido sublimemente cautivados y sufrido los arrebatos estéticos y espirituales de las sinfonías malherianas; marcando para estos últimos, y es mi caso, una preferencia abismal hacia Mahler por encima de Brahms y de Mozart; por arriba de Strauss y Tchaicovski, inclusive de Beethoven y Bach. A lo largo del último año he dedicado algo de tiempo a profundizar en la vida y obra de Mahler. Encontré sosiego en la prolífica biografía de Henry Louis de La Grange y, posteriormente, los apuntes de Jonathan Kramer me fueron de gran utilidad. He leído algunos críticos en revistas de música clásica, alguna conferencia en Youtube, conversaciones con Samuel, etc. Sin embargo no había encontrado una respuesta tan propia a la interrogante de ¿qué es aquello que nos cautiva de la música de Mahler? Norma Sturniolo supo aliviar dicha inquietud de modo sencillo y elegante en el prólogo de su libro: “Escuchar a Mahler es aprender a amar la complejidad, es conectarnos con la pasión y la inteligencia, con un espíritu vehemente que nos habla de las tempestades de la vida y de no abandonar el timón cuando se hace la oscuridad y arrecia la tormenta”. La música de Mahler es compleja. Se trata de penetrar en el misterio íntimo y singularísimo del hombre. Palpar y escuchar lo mismo que él, hace poco más de un siglo. Es la trascendencia lo que nos une.


“Un piano olvidado” hace alusión a un pasaje de la infancia del compositor, cuando en casa de su abuelo, jugando al explorador, encuentra el preciado tesoro. Norma Sturniolo prolífica escritora de narraciones infantiles, consigue extrapolar su talento para escribir historias fantásticas para niños a la narración biográfica de un músico con caracteres complejos en demasía. Técnicamente es una obra muy bien lograda. Ante el lector, el niño prodigio se erige, despidiendo una estela de fantasía y al mismo tiempo embelesado de cotidianeidad. No es otra biografía erudita. Es una obra pueril, escrita desde una admiración sine qua non. Es un libro que a mí me hubiese gustado escribir, ni modo.


Para terminar, me permito tomar prestadas las palabras de Norma a modo de homenaje y con las cuáles me veo plenamente identificado al definir a Gustav Mahler: “Un hombre que enriqueció el patrimonio de la humanidad y ensanchó los límites de mi mundo. Se trata de un hombre que legó una obra, que como toda obra de arte, nos ayuda a entender y a entendernos”.

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